Poco a poco, los hospitales españoles le van poniendo alma, corazón y vida infantiles a sus unidades pediátricas, cada vez más pobladas de sonrisas y, por ello, más eficaces terapéuticamente. Como ha quedado claro en la III Jornada de Humanización de Hospitales para Niños celebrada en el madrileño Gregorio Marañón, las viejas pautas de diseño y gestión pensadas para personas adultas han dejado paso a otras centradas en sus pacientes de menor edad. Y todo ello, reforzado por la valiosa ayuda de asociaciones y voluntariado, se ha traducido en mejores resultados sanitarios.
Alan Glasper, profesor de la Universidad de Southampton sobre cuidado a pacientes pediátricos, lo avaló científicamente con tres estudios sobre la eficacia terapéutica de las actividades hospitalarias de ocio. Uno demostró la validez de los Doctores Sonrisa de la Fundación Theodora para distraer y tranquilizar a los niños y niñas durante sus períodos de mayor estrés.
Otro confirmó el apoyo incondicional de los pacientes infantiles a esos payasos con bata que "todos los hospitales deberían tener", compartido por padres y madres -"han hecho que mi hijo sonriera por primera vez"- y por el personal sanitario. Y el tercero reflejó la mejora emocional de los chavales ingresados, que pasaron del miedo al hospital y las jeringuillas y de echar de menos a sus amigos, al encantamiento de las risas, juegos y magia y al deseo de "volver a verlos".
"La magia de querer curarse"
Lejos de alterar el ambiente sanitario o entorcepecer la labor médica, las iniciativas de ocio -igual que las paralelas de tipo formativo- tienen un rotundo "efecto positivo" (84%) a los ojos del propio personal del centro. Y aún más para esos 'peque-pacientes' que, como subrayan Dara Rubio y Juan Carlos López, copresidentes infantiles de esta III Jornada, aspiran a que el hospital sea "como su segunda casa".
La cuestión es decisiva educativa y emocionalmente para los 430.000 menores de 15 años que protagonizan anualmente 2,2 millones de estancias. Y por falta de ideas no será, como confirmó la amplia galería de experiencias expuestas en el encuentro.
En el ámbito formativo, las aulas hospitalarias se completan con servicios de apoyo educativo domiciliario para pacientes pediátricos que reciben atención en el hospital de día. Y las iniciativas se multiplican en el terreno del ocio, sin perder nunca de vista sus beneficios terapéuticos indirectos.
La Fundación Aladina, especializada en pacientes adolescentes de oncología, tiene claro que "la magia de querer curarse es una cosa que solo pueden hacer ellos mismos", para lo cual les reserva una sala a la que pueden entrar voluntarios -pero no padres y doctores-, les facilita Internet para "acercar a sus amigos y llenar el tiempo" y les implica en un "programa para que vean cómo funciona su mente" y trabajen sus pensamientos positivos para contribuir a su curación. Y sin olvidar 'mimar' al personal de enfermería, porque "si no están bien, lo van a notar los chavales"
Para todos los gustos
Hay muchos modos de arrimar el hombro, como demuestra la Fundación Pequeños Corazones para niños con cardiopatías congénitas con sus múltiples actividades fuera y dentro del hospital para toda la familia, desde técnicas de relajación y estimulación para bebés hasta alojamiento para padres desplazados, pasando por acompañamiento, juego y otras ideas lúdico-educativas. Y otro tanto en el caso de la Asociación Asión de padres de niños con cáncer, que apuesta por el autoapoyo interfamiliar y ha editado un libro sobre "Derechos de los niños hospitalizados".
La Fundación La Caixa tiene ya 65 ciberaulas hospitalarias, además de portátiles para que los pacientes encamados puedan usarlos en su habitación. La Fundación Antena 3 ha creado FAN3, primer canal de televisión infantil para niños y niñas hospitalizadas, que ofrece entretenimiento e información médica adaptada a su edad y llega a casi 40 hospitales de 12 comunidades.
El barcelonés Sant Joan de Déu es una referencia en la 'humanización infantil' de los hospitales, con iniciativas como los muñecos de tela -creados por enfermos psiquiátricos como terapia ocupacional-, que el propio paciente pediátrico pintará hasta convertirlo en muñeco-amigo que le ayudará a entender el proceso, le preparará psicológicamente para lo que le espera y le acompañará en ese camino e incluso cuando vuelva a casa.
También la Fundación curArte es ya casi una institución, con proyectos a medida de cada centro -por eso habla de "curar hospitales"- marcados por su empeño en la calidad de vida y bienestar emocional de pacientes y personal sanitario, y con un gran objetivo: "transmitir esperanza".
De esto sabe mucho la Fundación Pablo Hortsmann, que promueve el voluntariado infantil y juvenil porque "el mejor juguete para un niño es otro niño", y "lo que más echa en falta en el hospital es la normalidad de seguir jugando".
No faltan voluntariados espontáneos que se han consolidado e institucionalizado, como el del Complejo Asistencial de León, donde el personal de cocina y de lencería se las ingenió para disfrazarse y repartir así la merienda en carnaval, hasta que la dirección lo asumió y desarrolló como "Cuentos de carnaval en el hospital".
También nació con humildad el Club de los Guachis de la Unidad de Onco-Hematología Peditátrica del Hospital General Universitario de Albacete, pero ya tiene su propio blog y un juramento de 10 puntos lleno de esperanza -"no tirar la toalla"-, alegría -no enfadarse ni estar triste- y amistad.
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