
A la hora del caféAlrededor de las cinco, cuando la tarde empezaba a refrescar, salíamos a hacer visitas a los padrinos y amigos, o nos preparábamos para acogerlos en nuestro hogar, ofreciendo y recibiendo esa amalgama preciosa que obtiene al mezclar dosis justas de aprecio y sinceridad entregada sin cálculo ni reserva. Despreocupados de las apariencias, disfrutábamos la taza de café pasado, rosquistas chifles, jalea casera de guayaba, galletas de soda, cepitas de rompope y la gratísima conversación de personas allegadas. De ese modo, íbamos introduciéndonos en las escenografías de cada casa, las mismas que al paso de los años llegábamos a identificar con la confianza que otorga la verdadera amistad.
A pesar del comején y los estragos del tiempo, muchas viviendas de madera y tapial de antigua arquitectura, con fachadas recubiertas de yeso carbón y barro se mantenían dignamente en pie.
Muebles, jarrones, cuadros, retratos, espejos y más objetos de adorno se atesoraban con esmero en homenaje al pasado al pasado o al esfuerzo que había costado adquirirlos poco a poco. Nadie hablaba de precios ni de marcas y las antigüedades no se compraban puesto que formaban parte del legado ancestral.
Las familias cultivaban sus relaciones sociales y una de las maneras de lograrlo era a través de esas visitas dominicales de las que participaban madres, padres e hijos, sin temor a perderse el programa de la tele, el partido de fútbol o la reunión con la “masa” para salir a vacilar.
Claudia Ortiz Hernandez
ResponderEliminar3º I
Alumna del Insuco de Chile
Me encantan esas amistades que se unen a tomar una once o disfrutar de algún partido de fútbol o simplemente ver un programa de televisión, esas conversaciones que se dan solo con amigos, hablando del fulano que se opero, o la Ester y su nuevo marido o muchas de las conversaciones que se tienen en esos periodos que se reúnen todos los amigos.
Claro ya no son muchos los que se juntan, por distintas razones, pero al juntarse es como si nunca se hubieran separado.
Y ese párrafo de los adornos del hogar a donde siempre vamos, nunca se olvidan encuentro muy acertado ese comentario, siempre uno recuerda los pequeños detalles del hogar en donde tantos buenos momentos pasamos.
María José Mansilla Barrera
ResponderEliminar3ºJ
Alumna del Liceo Insuco de Chile
Muchas veces nos olvidamos que los momentos simples de la vida son mucho mejor que las cosas materiales , que son los que se recuerdan al pasar el tiempo los que se llevan mas pegados al corazón , tomarse una taza de té y aquellos temas de conversación que florecen son los momentos más agradables que se pueden compartir con amigos. Encuentro muy lindos esos momentos de la vida que son tan siemples pero muy pocas veces sabemos valorarlos.