Una madre preocupada, triste, llena de miedos, con la panza vacía y unas horas de sueño robadas al suelo, no ayuda mucho a la recuperación de su bebé. Un niño que llora sin parar y que no puede decir donde ni cuánto le duele! Una adolescente con un hijo en brazos, que se debate entre ser mujercita o resignarse a su maternidad prematura y no deseada. Un niño de escasos añitos que extraña a sus hermanos, a su papá, a sus juguetes. Estas son las realidades de las que hablo; estados del alma que enferman al cuerpo.
Este es el desafío de Pimpolito: alegrar el alma para sanar el cuerpo. Para eso, se pone sus galas de payaso y lleva bolsas de alegría, alimentos y juguetes, alejando por un rato a los monstruos que acechan.
Como el Quijote, esgrime su lanza contra los gigantes tocando puertas, entregando amables peticiones escritas de ayuda en los comercios, mientras amontona esperanzas que luego mágicamente se convertirán en sonrisas.
Alimentos sanos, energéticos para las madres y sus hijos, pañales, toallas femeninas, juguetes para los niños e instrumental pediátrico apropiado son las cosas que iluminan los ojos de este tierno payaso para poder aliviar el dolor del alma y rescatar las sonrisas. ¡Qué simple y qué difícil es rescatar una sonrisa!
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